Así es.
Las empresas multinacionales y las mafias financieras son las que deciden qué
política se ha de hacer, quitan y ponen políticos a su conveniencia para que
hagan la política que a ellos les interesa.
A cambio
de los servicios prestados los políticos cobran mediante la corrupción. La
corrupción siempre se ha establecido como medio de pago a los políticos en los
países que estaban siendo expoliados de sus recursos, con el fin de que
mantuvieran el orden y evitaran revueltas sociales. Esto es lo que sucedía en
los siglos XIX y XX y sigue sucediendo en los denominados países del tercer
mundo mediante la forma política de la dictadura pura y dura.
En el
siglo XXI, tras la caída del comunismo, las mafias empresariales y financieras
capitalistas, con el objetivo de maximizar beneficios, han trasladado su
principal actividad productiva a los llamados países emergentes (principalmente
en Asia), en donde los políticos corruptos del lugar se encargan de que no se respeten los derechos sociales.
Mientras
tanto, en Occidente están desmantelando el estado del bienestar con la
colaboración de los políticos corruptos (siempre a las órdenes de sus amos, las
mafias empresariales y financieras capitalistas) que pululan por las
democracias burguesas, cada vez más descaradamente “formales”.
Resumiendo,
la economía es la que determina la política y ésta controla a la sociedad. Así,
los gobiernos se encargan de aplicar las políticas que les mandan y de reprimir
los derechos sociales y mantener el “orden establecido”. A cambio, les dejan
robar a los ciudadanos. Y, básicamente, en eso consiste el oficio de político,
en el tercer mundo, en el segundo, en el primero y en el primerísimo.
Por eso
LA SOLUCIÓN ES EXTRAPARLAMENTARIA.